- Para proyectos multidisciplinarios y de largo aliento, como los que cruzan astronomía, biología y matemática, estos momentos son claves para volver a conectar no solo con los equipos de trabajo, sino también con el propósito colectivo que los impulsa.
Los workshops no solo permiten discutir avances, afinar metodologías o destrabar problemas científicos complejos. También son espacios donde se construye comunidad, se fortalecen confianzas, se celebra lo logrado y se proyecta lo que viene. Este fue justamente el espíritu del más reciente encuentro del proyecto, donde participantes nacionales e internacionales se reunieron después de años de colaboración remota para compartir avances, repensar modelos y, sobre todo, volver a encontrarse como equipo.
Durante sus tres años de existencia, el Núcleo Milenio ERIS no solo se ha dedicado a investigar los orígenes de la Vía Láctea y el rol de la química en las estrellas, sino que ha construido un espacio de colaboración científica profundamente humano. Parte esencial de este camino han sido los encuentros presenciales. ERIS participó en numerosos workshops nacionales e internacionales, consolidando su red de trabajo y permitiendo que sus integrantes compartieran avances, desafíos y metodologías. En particular, el Núcleo organizó tres workshops propios bajo el alero de ERIS, además de dos encuentros impulsados por sus directoras: Paula Jofré, directora del Núcleo, lideró el workshop “New Benchmark Lines for the Gaia Benchmark Star”, mientras que Patricia Tissera, codirectora de ERIS, desarrolló el workshop “Deciphering the Cosmic Code for Galaxy Formation”.
“Es tan lindo este proyecto. Nos queremos mucho, están todos entusiasmados, es un trabajo entretenido, tiene sus resultados. Entonces es como ideal poder trabajar en buena onda, en confianza. Es como el sueño científico”, expresa emocionada Paula Jofré, directora de ERIS. Y ese “sueño” se hace real cuando investigadoras como Payel Das viajan desde Inglaterra con su bebé para estar apenas dos días, cruzando océanos por la importancia del encuentro. “Eso muestra el compromiso que tenemos desde nuestros actores internacionales y también el cariño y la sensación de comunidad y de colaboración fuerte que tenemos”, agrega.
Este último workshop no solo consolidó lazos, sino que permitió destrabar ideas y fortalecer sinergias. Patricia Tissera lo resume con claridad: “Pudimos trabajar juntos y siempre comunicados, pero no es lo mismo juntarse todos y discutir de una manera intensa y durante todo el día. Esa sinergia se produjo y realmente vimos que funcionó”. El segundo día del encuentro fue clave. Las discusiones se volvieron más profundas, los resultados comenzaron a aflorar, y la interacción entre estudiantes de distintas áreas –desde lo observacional hasta lo numérico y teórico– generó una mezcla fructífera de enfoques. “Fue muy motivante ver cómo los estudiantes pudieron interactuar entre ellos y sacar resultados nuevos”, comenta Tissera.
Una de las dimensiones más potentes de estos encuentros es precisamente el protagonismo de los estudiantes, quienes llevan años construyendo datos, metodologías y aprendizajes que ahora comienzan a consolidarse. Sara y Jenny, dos doctorandas del proyecto, son ejemplo de eso. “Las dos han estado, llevan tres años trabajando en preparar estas muestras de datos que son importantes”, cuenta Jofré. Sara, enfocada en el trabajo observacional, llegó al workshop con su dataset listo y una gran sonrisa al ver su análisis finalmente materializado: “la guinda de la torta”, como le dice su mentora. Jenny, por su parte, trabajó con simulaciones cosmológicas y logró caracterizar poblaciones galácticas de forma precisa. Ambas están cerrando sus tesis con estos árboles filogenéticos que, si bien pueden tardar más en traducirse en publicaciones, son fruto de años de trabajo conjunto.
El aprendizaje también ha sido metodológico. Uno de los principales debates surgidos en estos años, y retomado en el encuentro, fue el paso desde la idea clásica de árbol filogenético hacia un modelo de red. “Hablar de árbol filogenético en astronomía, nos hemos dado cuenta en el proceso de estos últimos tres años, seguramente está erróneo y tenemos que hablar de una red filogenética”, explica Jofré. Esta transformación conceptual ha sido compleja, pero rica: implica repensar cómo se representan los orígenes y relaciones entre objetos astronómicos, tomando en cuenta mezclas, fusiones y orígenes múltiples.
Más allá de lo científico, estos workshops encarnan un espíritu: el de una comunidad científica que trabaja con afecto, compromiso y creatividad. Como señala Jofré: “Es el minuto de celebrar lo que somos capaces de hacer. Más allá de quedarnos llorando en que se acaba, celebrar lo que somos capaces de hacer, vamos a seguir buscando maneras y vamos a seguir haciendo cosas”, afirma.