- En astronomía, entender de qué están hechas las estrellas es una puerta directa para descubrir de dónde vienen, cómo se formaron y como ellas guardan un registro fósil que nos permite aspirar a conocer el origen e historia evolutiva de la Vía Láctea. Eso es precisamente lo que hace el proyecto ERIS, una iniciativa científica que combina astrofísica, química y un fuerte componente de formación de nuevas generaciones de investigadores.
En ERIS, estudiar los elementos presentes en las atmósferas de las estrellas permite reconstruir la historia de la Vía Láctea, pero también ha permitido construir otra historia igual de valiosa: la de sus estudiantes, jóvenes científicos y científicas que han encontrado en este proyecto un espacio de aprendizaje, colaboración y crecimiento profesional.
Para Claudia Aguilera, astrónoma e investigadora, la química estelar es la clave para entender el pasado de nuestra galaxia. “Las estrellas tienen una atmósfera y en esa atmósfera nosotros podemos medir los elementos que la componen. Lo entretenido de todo esto es que esta química nos puede dar información no solamente de esta estrella en particular, sino que también sobre la historia de esta, de dónde viene, dónde se formó, y eso es lo que usamos en particular para ERIS”, explica.
Pero más allá de la ciencia, Aguilera destaca que una de las cosas que más disfruta de su trabajo es la formación de nuevos talentos. “Parte de esto de formar gente es una de mis partes favoritas de la ciencia en general. No solamente es una cosa de transmitir conocimientos, sino que uno también aprende mucho con ellos”, comenta.
En ERIS, ese aprendizaje es doble: estudiantes y académicos se enfrentan juntos a desafíos que cruzan disciplinas, combinando matemáticas, biología y astronomía. “Por ser un proyecto tan multidisciplinario, a veces nosotros tampoco tenemos las herramientas desde un comienzo para hacer las cosas que queremos hacer. Hay que mezclar conocimientos que uno no necesariamente tiene a priori. Y en el caso de ERIS ha sido aprender nosotros, pero también aprendemos a través de ellos”, señala.
Ese trabajo conjunto ha dado frutos concretos. Los estudiantes Danielle de Brito Silva y Kurt Walsen, parte del equipo, han sido recientemente premiados por sus tesis de doctorado y magíster, respectivamente, un logro que llena de orgullo a quienes los han acompañado en el proceso. “Es un tremendo orgullo el logro que ellos tienen con sus tesis. Y también para el equipo, es algo que hace muy enriquecedor que se premie y que se vea la labor que estamos haciendo, que influyó en la tesis de ellos, que está siendo reconocida a nivel nacional”, destaca Aguilera.
Para Kurt Walsen, ser parte de ERIS significó un antes y un después en su vida universitaria. “Por lo general era simplemente hacer ramos y pasar los cursos, pero cuando me metí en el tema de la investigación en astronomía y conocí ERIS fue un cambio súper heavy en mi día a día”, cuenta. Ese cambio no solo fue en la forma de trabajar, sino también en su perspectiva profesional. “Trabajar constantemente en un problema de astrofísica y aprender nuevas herramientas, tanto de astrofísica como de biología, te abre mucho la mente. Te genera más versatilidad y te permite colaborar con más gente, conocer científicos de otras partes de Chile y del mundo, y se te abren oportunidades de estudiar o hacer una pasantía”, dice.
Una experiencia similar vivió Danielle de Brito Silva, quien destaca que ERIS fue un espacio que la invitó a innovar y pensar desde otros ángulos. “ERIS ofreció un ambiente que nos incentivó a pensar fuera de la caja. Desarrollar la capacidad de abordar problemas desde diferentes perspectivas es muy importante en ciencia”, comenta. Además, valora las oportunidades que tuvo de viajar, asistir a congresos y conectar con investigadoras e investigadores de distintos lugares. “Estas experiencias son esenciales para el crecimiento de un joven investigador”, afirma.
Y aunque el proyecto ERIS está centrado en la historia de la Vía Láctea, su impacto va mucho más allá. Para sus estudiantes, ha significado una escuela de investigación, colaboración y apertura al mundo. “Nunca dejas de aprender en ciencia, ya sea de tus colegas, de otras áreas, pero obviamente tus estudiantes también vienen con otro conocimiento y también te llevan a aprender cosas distintas”, concluye Aguilera.